martes, 31 de julio de 2018

MI ALMA ES TUYA, SEÑOR.



           


                 Reflexionaba sobre el justo Job, reflexionaba sobre el diálogo entre Satanás y Dios. Me preguntaba: es mi fe en Dios tan firme que es desinteresada? Creo porque me concede salud, hay amor en mi vida, porque mi familia y yo somos provistos cada dia? Y sino fuese así? Pues también reflexionaba sobre lo que le dice Dios a Satanás. Palabras más, palabras menos. Métete con sus cosas, está en tus manos, pero no toques su vida. Recordaba lo que alguien me decía: el mal puede atacarnos, pero no puede atacar nuestra alma porque nuestra alma es de Dios.



            Mi alma es de Dios. Allí está la repuesta, mi alma es de Dios. Por eso Satanás no puede hacerle nada al alma de Job. El alma es de Dios. Mi cuerpo es templo del Espiritu Santo y pueden sobrevenir enfermedades. Sí, puede que hayan perdidas materiales, cambios físicos por alguna enfermedad, problemas de trabajo, entre otros. Pero mi alma es de Dios. Eso me dá libertad. La libertad que dá el ser de Dios. Nada, nada me puede esclavizar. Mi alma es de Dios.


               Por qué lo escribo? Por qué lo comparto? No lo sé, la verdad. Será porque mi alma es de Dios.



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