lunes, 19 de marzo de 2018

LAS FLORES PUEDEN DANZAR


La armonía, la danza de las flores en la brisa suave y fresca de la mañana, danza suave y tierna. Allí fluye la belleza, fluye la vida, la respiración, fluye la armonia y hay equilibrio..corre el agua en los rios y fluye, se mueve la vida.
Tod0 es movimiento. Crecer implica armonía, danzar con la vida, belleza en el alma y en el corazón. Vida....la vida en movimiento surge, florece y danza con el viento de las experiencias, con el gozo del existir, el agua, las flores danzantes subliman el alma.
La belleza de la vida surge, además, en el canto de las aves en el amanecer. Todo el ser se llena de la belleza de la naturaleza...la vida se llena de armonía al contemplar, en el silencio, cómo surge, nace y fluye todo alrededor.
Surge la vida en todo nuestro ser cuando danzan y fluyen nuestros pensamientos y emociones. Todo es plenitud  en la dulce armonía que hace "florecer" la vida en cada célula. Escucharnos, respirar con serenidad, llenar cada rincón de la luz de la vida. Las flores danzantes de las emociones y pensamientos colman de amor, plenitud y vida todo nuestro ser. Al florecer la vida se abre la esperanza y se pintan las sonrisas en el alma, la Alegría del Amor del Creador impregna el camino y llena de luz la existencia.

Se requiere coraje y paciencia para describir la armonía interior, mas aún, para crear y conservar la armonía interior, con lo real, importante y necesaria que ésta es. Dirían muchos: "especialmente en estos dias". Siempre se hace imprescindible alcanzar la armonía interior. Pero se requiere valor para dar con ella, sabiduría para danzar con ella y dejarla que fluya, que sea, que encuentre su lugar dentro de nosotros. Se requiere silencio. Pero un silencio profundo, interno, ese silencio que busca y dá respuestas. Se requiere ralentizar el paso y darle su espacio para describirla, tiempo para que surja y tome su lugar. 
La armonía interior, que es la más sabia pero la que buscamos fuera por error, es nuestro equilibrio, es escuchar lo más verdadero dentro de nosotros. Es nuestro espacio, allí donde todo ha de tener su propio lugar, su rol y su razón de ser. 
La armonía nos invita a identificar lo que oscurece sus esquinas, lo que ensucia sus aguas cristalinas, lo que borra su sonrisa. Es un pensamiento o una emoción que desestabiliza, quizás? Cómo se llama? Rabia? Resentimiento? MIedo? Frustración? Falta de perdón? 
Nos alejamos de nuestro centro, nuestra esencia, cuando nuestra vida se vuelve una mentira y nos ocultamos tras la máscara que enturbia nuestra armonía y es allí, justo allí cuando nos alejamos del movimiento que dá vida, y es entonces cuando nos enfermamos.
Nos enfermamos cuando suprimimos los sistemas, el movimiento que nos habla de libertad, de la armonía, del fluir...de la vida. Nos enfermamos cuando nos mentimos, cuando nos alejamos de nuestra verdad, del equilibrio con lo más Sagrado en nuestro interior, el origen de nuestra creación, nos alejamos de nuestro Creador, nuestra razón de ser, nuestro núcleo, nos alejamos de nosotros mismos.
Manchamos el jardín de nuestra existencia, se estanca el agua que nutre nuestras raices, deja de fluir la vida que recorre nuestro ser, que late en cada célula que intenta proteger nuestro cuerpo y armonizar en nuestro interior, nuestros pensamientos se contaminan y nuestras emociones se intoxican y cada una de esas células que danza en alegría y fortaleza se debilita y todo nuestro ser se marchita.
Hoy esta danza nos invita a reencontrarnos, nos invita a sentir su tierna y suave alegría...nos invita a danzar en la verdad de nuestra vida, a andar el camino de la mano del Creador, nos invta a contarnos nuestra verdad con total honestidad y fluir con amor, sencillez, paciencia y nos invita a retomar la armonía que nos ha concedido nuestro Señor. La danza de las flores nos invita, así, a sonreirle a los detalles, a adentrarnos en el silencio que invita al perdón, la esperanza, el llenarnos de valor, a cuidar nuestro ser y nuestra relación interior y la que trasciende y se encuentra con el otro y el Otro. La danza de las flores nos invita a fluir y andar en verdad.


miércoles, 7 de marzo de 2018

SURGE LA FE, RENACE LA VIDA


Esperaba con ansia los días en los que podía levantarme. Había descubierto algo nuevo. Comenzaba a salir algo de mi interior. Un deseo enorme de dejarme llevar y trazar, dibujar, pintar, expresar. Había descubierto la pintura dentro de mí, los primeros pasos. Me dejaba llevar por los colores, el pincel y la pintura en el papel. 
Poco a poco comenzó a crecer, más bien a despertar, todo un mundo interior. Parecía como que algo estaba reprimido, escondido, dormido o quizás guardado por años y trataba de salir en los trazos de distintas formas y maneras, en el color de cada marcador o creyón, con cada pincelada. 
Comenzó allí un reencuentro con lo que sentí había guardado por años, un encuentro con el arte, la belleza, la expresión…una forma de comunicar lo que está en mi interior….una forma de expresarme en libertad. El silencio del tiempo entre papel, lápiz, pinturas descubrí que era un tiempo para ser verdaderamente yo, sin la ansiedad de una máscara, una máscara que oculte mi verdadero ser y me pierda en el que dirán, o en el pintar y dibujar para otros.
En ese tiempo el cáncer podía esperar y si se cansaba podía muy bien irse. En ese momento primero estaba mi alma, cultivarla, dejarla expresarse con libertad, embellecer mi interior, alimentarlo y enriquecerlo. El cáncer no era lo importante en ese momento…allí estaba el tratamiento. Simplemente lo dejé actuar mientras yo me dedicaba a embellecer mi verdadero yo, me dedicaba como nunca a embellecer mi alma. Lo más importante era mi mundo interior, el gozo de mi alma en el encuentro fascinante con el dibujo y la pintura. No me ocultaba detrás de pinceles y creyones. Sabía muy bien a lo que me enfrentaba, la magnitud de mi enfermedad. Pero era mi cuerpo el que estaba enfermo. Yo procuraba alimentar mi alma, sentirme bien, muy bien conmigo misma. Sabía que eso ayudaría a mis células buenas, las que luchaban por sanar mi cuerpo, las que luchaban por vivir. Yo vivía mi paz, mi serenidad y cuidaba de mi cuerpo mediante el gozo de mi alma y el desel de enaltecer mi alma.
¿Que encontré? Mi verdadero yo, la incalculable riqueza interior que deseaba salir y expresarse, un mundo puro, dulce y tierno que era más grande que todas las sombras que ha albergado mi ser. Descubrí, redescubrí, me reencontré con un mundo interior verdaderamente alegre, mas allá, un mundo interior verdaderamente feliz, lleno de color, a ratos sobrio. Descubrí una creatividad que deseaba salir por todas partes y de muchas maneras. 
Encontré, reencontré la belleza de mi ser, un alma sublime que se enriquece con el detalle, que disfruta el momento y se goza en su propia presencia, en su misma esencia. Pude encontrar un alma cálida, alegre, pura, inocente que descubrió cuánto disfruta de sí misma, en un silencio de mucho sentido, de mucha expresión. Cada trazo, cada color, cada dibujo era la expresión de la más verdadera esencia de mi ser que surgió mientras mi cuerpo se entregaba a la espera confiada y en paz por la llegada de la salud. 
Una tarde, un par de amigas, que acompanaban mi proceso, vieron mis dibujos. Vi en sus ojos la fascinación por la vida, el colorido, la fe detrás de cada dibujo, de cada trazo, de cada color. Surgió así, ARA FE Y VIDA DISENOS. Un espacio para llevar la esperanza que me embargó, que me alimentó y me ayudó a seguir adelante. Un espacio que refleja mi encuentro con la FE y una VIDA dentro de mí que buscaba RENACER. Un espacio que intenta llevarte a ti, apreciado lector, un mensaje de esperanza confiada en medio de las sombras, en medio de las dificultades. Un espacio que invita a alimentar el alma, a buscar lo mejor, lo hermoso y lo mas valioso dentro de tí, TU ALMA, TU VIDA. Un espacio para encontrarnos, descubrir el arte como terapia de bienestar. El cáncer es una enfermedad dura, dificil, arrolladora, pero es también una oportunidad de vida, una invitación al cambio, al despertar a la vida. Yo encontré, en el dulce ejercicio del dibujo y la pintura, la manera de alimentar mi alma y darle a todo mi ser la oportunidad que me daba el cáncer de reencontrarme con mi esencia, de reencontrarme con la fe que se fortalecía en la contemplación de mi Señor, muchas veces detrás de dibujos. La fe de que solo a traves del AMOR, la FE y la ESPERANZA se disipan sombras, surge la luz, llega la sanación. 
Asi, también te invito a que nos reencontremos aqui, en ARA FE Y VIDA, y compartamos sobre nuestro mundo interior, nuestra resiliencia, nuestra vida. De tanto en tanto compartiré contigo, apreciado lector y compañnero de camino, la luz y las sombras, las caídas y las alegrías y sobre todo, las ganas de vivir.